Reseña de La risa de los Imbéciles: Lectura y fragmentos

Alejandro Abracxas

 

Los textos de toda época actúan como fusiles, cadenas perpetuas de cara a la frigidez. Pero no, no es tan fácil. Juro que la bondad me da arcadas. Pero yo seré una institución. Mis errores no escaparán a la reseña malintencionada.

Aleqs Garrigóz, La risa de los imbéciles

Aleqs  Garrigóz es un ser que, como muchos de los grandes poetas, ha entregado sus dolores al gran árbol de la poesía, y formado hermosas poemas y prosas. La risa de los imbéciles, su último libro de prosas poéticas, es un aglutinamiento de artificios en los que destellan la complejidad y la musicalidad. Más allá de eso, se hace evidente es este texto, que el autor es alguien que encabeza la vanguardia en la literatura hispánica actual.
Ante todo el poeta debe ser un genio. En todo aspecto saber de la química verbal, sus medicamentos, dicotomías, esquizofrenias. La psicología de Aleqs en este libro nos lleva de la mano de varias tesis de aparentes simplicidades: “La palabra es un intento miope de decir la verdad”, “El divorcio es pleno como un océano de sangre”: elaboraciones llenas de metáforas oscuras con tintes vacilantes de erotismo, brutalidad, degradación e ironía. Simplemente una obra fantástica, entre corporalidades corrompidas.
Los temas que aborda en su poemario parten de la cotidianidad que se siente penosa al leerla desde estas propuestas desagradables; y sin embargo, sus mismas melodías, su tónica, hacen ver lo sublime de un trabajo obsceno.
Todo esto proyecta una visión sacrílega, mediante una escritura barroca que se queja del mundo, un mecanismo revolucionario cuyas intensidades e intenciones son las de la trasgresión.
Puedo pensar que La risa de los imbéciles, así como toda su obra en general, trascenderá a través del tiempo.
Este escritor mexicano nació en la ciudad de Puerto Vallarta, Jalisco, el 9 de marzo de 1986 bajo el nombre de Alejandro Garrigós Rojas. Contextualizado por lo que los historiadores de la literatura mexicana conocen como Generación de los ochenta, es autor de varios libros de poesía y ha publicado poemas sueltos en una enorme cantidad de medios impresos y digitales en español durante los últimos años.

 

FRAGMENTOS ESCOGIDOS DE “ANTES DE AFEITARME”

1. Nada, nunca, nadie. ¡Qué caspa más extraña en la cabeza del día! ¡Qué convulsión nefanda me sustenta! ¡Cuánta infelicidad con su máscara de cartas marchitas! Esta música flotando en el vacío… se llama eternidad. Yo soy de los que suelen amar los maniquís mecánicos, los cristales insalubres, todo lo que mira al pasado buscando miseria, el mismo cielo ya encajonado y vendido a la prostitución. Yo yazgo con los tractores y me encajo sus palancas con sumo cuidado. Huyo de los íconos dorados, de su sabiduría; planto el pie en la putrefacción, en el arrebato sacrílego del amor, y me doy cuenta de que estoy enfermo con bastante éxito. Yo de niño era tartamudo y mis padres ―quimeras locas― me golpeaban con tubos de metal. Yo siempre he querido vestir mi soledad con la piel de un sapo a punto de reventar.

12. En horizontes deformes y ciegos, abuelas cantarán la absoluta tiranía del macho, su gran oportunidad de ser quemadas vivas, el veredicto que nos condena a prestar oídos al ruido de un motor. Mata. Acribilla la ronda sin razón de las margaritas; que mi libro no es más que circo de pulgas, testimonio de una nueva religión que no quiere ser más que un saco de escoria, un plato de excrecencias, una taza quebrada en la fiesta de las depilaciones.

18. Mi olor te revela mi deseo de estar muerto. El tiempo debería caminar hacia atrás en este cosmos que se alarga en forma de laberinto, manicomio musical escurriendo en la oquedad, donde es preferible ser una piedra.

22. Eyacula en mi oportunidad de volar. ¡Que el cerco de la desdicha se cierre sobre mis pasos! Esta es mi alegría culpable. Odio a Dios. Sólo pido que un hacha cercene el cuello de las vírgenes de este planeta que se destruye a sí mismo en un baile patético y cuyos hongos se multiplican tan magistralmente.

33. Hay una tribulación tan honda en esta secta porque todos quieren tener un columpio durante el Apocalipsis, ser el anfitrión de sus propios jugos gástricos, sufrir aunque sea un poco más. Me fascina tener relaciones sexuales con objetos punzocortantes. Penétrame el estómago con un cuchillo, que mi cuerpo es sólo barro despreciable. Hoy quiero sentir todos los enemas, todas las lobotomías, todas las cirugías innecesarias, todas las extirpaciones de órganos que no pueda pagar.

34. Los erizos y las hienas son mis compañeros, más fieles que la cocaína y la desviación de los instintos. Corre a mi regazo travestido y siente mis rodillas masoquistas al quebrarse. Ojalá el mundo desaparezca mañana. En serio.Y aunque sé que la inversión es ley en mi especie, también sé que a veces hiere más el silencio. Y es mejor callar.

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Garrigóz, Aleqs
La risa de los imbéciles
Nauyaca cartonera
Toluca, 2013
67 p.p

 

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